lunes, 15 de junio de 2009

¡Un clavo no saca al otro!






El 28 de diciembre de 2007, alrededor de 1200 "cartoneros" se despidieron del único transporte público que les permitía trabajar en la Capital Federal y les aseguraba, durante la medianoche, el regreso a sus hogares en el Gran Buenos Aires: El tren blanco. La empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), concesionaria de los ferrocarriles Mitre y Sarmiento, sustituyó los 4 vagones que conforman al último tren para cartoneros por camiones que circulan por el centro de la ciudad y no sólo empeoran el tránsito; sino que también afectan el trabajo de los recicladores.

Por entonces, TBA argumentó que el servicio se dio de baja por el deterioro en los vagones y, señaló a los cartoneros como los responsables, ya que eran los únicos que utilizaban el servicio. Basta saber que son alrededor de 12 mil las personas que cargan a diario grotescos carros sobre sus hombros con toneladas de cartón, y se entenderá la razón por la cual "el tren blanco" de la ex línea Mitre mostraba un estado deplorable. Además, vale recalcar que el famoso tren nunca se encontró acondicionado ni en óptimas condiciones.


A mediados de 2007, la ex línea Sarmiento había tomado la iniciativa de suplantar el transporte ferroviario por camiones, que acompañan el trayecto del tren común y donde ser cargan únicamente los carros. El abogado de la empresa TBA, Javier Mangino argumentó por entonces, en una entrevista que "los cartoneros viajaban con materiales inflamables, en vagones con ventanas soldadas y con barrotes que impedían la salida en caso de un incendio". Pero la realidad es que los ferrocarriles que van desde Retiro hasta Tigre y hasta José León Suárez pasan por cientos de villas de emergencia donde habitan gran parte de los recicladores de cartón y desde principios de 2008 es una travesía arribar allí ya que los camiones cuentan con una reducción horaria y se debe pagar aproximadamente 18 pesos mensuales para hacer uso del servicio al que TBA subenciona con 330 mil pesos por mes.

¿No se puede destinar ese dinero a la reacondicionar un tren blanco o a crear espacios de reciclaje? ¿Cuál es la función del Gobierno Nacional en este asunto? Hay infinidades de soluciones posibles que el Estado podría plantear, junto con TBA, para poner en marcha un transporte que permita a los trabajadores cartoneros trasladarse junto con su trabajo y que no damnifique a la ciudad y a sus habitantes, pero cuando se trata de los pobres siempre se toma el camino más simple, el que no requiere una rigurosa organización.

En abril de 2003, se reglamentó la ley 992 en donde se aceptaba y se regulaba la actividad del cartonero. Se decía que se les darían credenciales, pecheras, guantes, cursos y quien sabe cuantas más mentiras que nunca sucedieron. Recíen a comienzos del corriente (seis años más tarde), se les proveyó de pecheras con cintas refactarias, pero no a su totalidad.

El hecho de que la sociedad se acostumbre a ver cartoneros revolviendo residuos es aberrante, pero que encima se les impida transportarse en un medio público junto con sus elementos de trabajo roza la discriminación. Es hora de que el Gobierno de la Ciudad deje de aferrarse a los caprichos de un sector que se niega a ver la pobreza y busque una solución que beneficie a la sociedad en su integridad.




















Por Paula Galloni

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